viernes, abril 25, 2008

FRENOS & CONTRAPESOS. PASIÓN DOMINANTE vs. NE QUID NIMIS (LA AUTO-DESTRUCCIÓN DE "K")
. La Nación. "Kirchner debutó como jefe del PJ con duras críticas al agro"

Hay pocas cosas más fascinantes —y precocupantes— que la sistemática auto-destrucción de Néstor "K", el hombre fuerte (aunque cada vez menos fuerte) de la política argentina. La más completa ignorancia de principios elementales de la ciencia del gobierno está hundiendo lo que queda de su prestigio. El uso del sistema judicial para fines políticos alcanza proporciones tales, que hasta el muy tibio titular de la (también muy tibia) Corte Suprema pidió "no judicializar los conflictos políticos". Viniendo de alguien que se refiere a la Presidenta como "Cristina", la frase muestra un fenomenal nivel de preocupación. Como he dicho decenas de veces en este blog, existe una demonstrable relación entre despotismo y costo del capital. Dicho de otra manera: si la justicia es utilizada como un paillasson a los pies del poder ejecutivo, la oferta de recursos prestables en el mercado de crédito tiene que contraerse. La tasa de interés, ceteris paribus, tiene que subir.

Así funciona el mercado de crédito en Argentina, en la China, en Burundi. Así funcionó siempre. Los "K" son los principales responsables de la suba en la tasa de interés de largo plazo que está registrando hoy mismo la Argentina. Y no voy a referirme al otro principio elemental que han destruido, la no-dualidad del poder ejecutivo. Solo noto que en el texto de su renuncia, el Sr. Lousteau (que debería ir derechito a leer Magna Carta) menciona los conflictos con Moreno, al sugerir la "refocalización de las tareas de la Secretaría de Comercio Interior". Los "K" están logrando deshacer el único legado institucional positivo que tenían en su haber: el poder ejecutivo fuerte. Ahora no hay más poder ejecutivo: es puro humo — c'est le cas de le dire. ¡No pueden ni apagar un incendio!

¿Pasión dominante o ...
Un aspecto poco estudiado de estos problemas es el costado psicológico del poder ultra-concentrado. En la Inglaterra de finales del siglo XVII-comienzos del XVIII, cuando se inventan muchos de los principios de la ciencia política moderna, la "psicología del poder" es una preocupación central. Décadas de guerras civiles y religiosas generan la necesidad de una respuesta "multi-disciplinaria"; se trata de entender mejor lo que sucede en la mente de personas como Oliver Cromwell, Carlos XII de Suecia y Luis XIV de Francia. Alexander Pope, en su Essay on Man, acuña la idea de Ruling Passion o "pasión dominante", que llama the mind's disease. Samuel Johnson, gran lector de Pope, se refiere al peligro de la Pasión Dominante y a la "despotick Authoriy of this Tyrant of the Soul". Los revolucionarios ingleses del siglo XVII (con Cromwelll a la cabeza) están obsesionados por la ambición de "hacerse famosos ante la posteridad".

Al joven James Boswell, entusiasmado con la causa de la libertad en Córcega, Johnson advierte en 1768: "I wish there were some cure for all heads of which some single idea has obtained an unreasonable and irregular possession" [1]. Retomando las ideas de Johnson, el estadounidense John Adams va un paso más allá: cuando la mente de un líder político está dominada por una sola pasión, los frenos y contrapesos institucionales desaparecerán rápidamente. El resultado será: destrucción de propiedad, muerte en gran escala, guerra. El tipo de pasión dominante es variable: Dios (mahometanos, calvinistas, jesuitas), Gloria (Julio César, Carlos XII, Napoleón), Progreso (Cromwell, Boswell, Saint-Just). Pero el problema es el mismo: el despotismo de la pasión. En una memorable carta a Jefferson, Adams escribe: "Checks and Ballances, Jefferson, however you and your Party may have ridiculed them, are our only Security, for the progress of Mind, as well as the Security of the Body" [2].

... Ne Quid Nimis?
El modelo opuesto al de la pasión dominante es el ideal whig de ne quid nimis: ¡Nada en exceso! [3]. Su gran representante a finales del siglo XVII es Sir William Temple, diplomático, poeta, autor del gran best-seller de 1673: Observations upon the United Provinces of the Netherlands. Entre otras cosas, Sir William observa que la moderación de los holandeses se traduce en poder político descentralizado y en ... ¡bajísimas tasas de interés! En su correspondencia con el joven stadhouder de Holanda, Guillermo de Orange (futuro rey de Inglaterra a partir de 1688), Temple predica las virtudes del auto-control. Guillermo contesta: "Je prends le conseil que vous me donnez de ne me plus trop exposer" [4]. Cuando accede a la corona de Gran Bretaña, Guillermo acepta formalizar vía estatuto la independencia judicial: "The Revolution of 1688 and the ensuing constitutional settlement resulted in the independence of the judiciary being given the statuory base upon which it resides today" [5].

A partir de entonces, los jueces son nombrados de por vida "unless guilty of bad behavior". La independencia judicial queda institucionalizada. Es muy probable que a Guillermo de Orange no le guste demasiado la solución. Pero tiene en cuenta la gran lección de Sir William: ne quid nimis. El resultado: una isla poco poblada y con mal clima derrota a los masivos ejércitos de Luis XIV, gracias al fabuloso tamaño de su mercado de crédito. En pocas décadas, Gran Bretaña se convierte en la primera super-potencia de la era moderna.

[1] James Boswell. Life of Dr. Johnson, p. 316.

[2] Adams a Jefferson, en Lester J. Cappon (ed.) The Adams-Jefferson Letters, Vol. II, 1812-1826 (Chapel Hill: The University of North Carolina Press, 1956), p. 334.

[3] Ne quid nimis es también el lema de la familia Mackinlay. Figura en un escudo en una reproducción en posesión de mi padre.

[4] N. Japiske (ed.) Correspondentie van Willem III en van Hans Willem Bentwick ('Gravenhage: Martinius Nijhof, 1932), p. 477. Un biógrafo de Temple lo define de esta manera: "... un homme en qui dominent la modération et l'équilibre; sa raison contrôle son imagination sans toutefois l'étouffer jamais; entre la passion et la raison, entre le Coeur et l'intelligence, entre la liberté et le contrôle de soi, Temple s'efforce sans cess d'établir un équilibre subtil" (Pierre Marambaud. Sir William Temple. Sa vie, son oeuvre. Abeville: F. Paillard, 1969).

[5] W. B. Gwn. The Meaning of the Separation of Powers (New Orleans: Tulane University, 1965), p. 6

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