viernes, noviembre 23, 2007

LIBROS & ENSAYOS. CONECTIVIDAD, CONECTIVIDAD, CONECTIVIDAD
. Thomas P.M. Barnett. The Pentagon's New Map. War and Peace in the XXI Century. Nueva York: Putnam, 2004 [blog] [video] [artículo original]

Tengo la suerte de vivir —no sé si por mucho tiempo más— en Holanda, uno de los países más conectados del mundo. En un seminario en la Universidad de Amsterdam, en 2004, entré en contacto con los escritos de Thomas Barnett, probablemente el especialista en relaciones internacionales más importante del momento. Siempre me pareció que a este blog le faltaba una reseña sistemática de The Pentagon's New Map, el libro que proyectó a Barnett a la fama mundial en 2004. El libro, que extiende las ideas publicadas en un artículo en la revista Esquire, ofrece una visión completamente nueva en materia de relaciones internacionales. Nacido en 1962, Barnett forma parte de la generación de politólogos estadounidenses que llega a los 35 años en el preciso instante en que estalla el "boom" de la internet. La visión estratégica de este PhD de Harvard, profundamente insertado en la cultura de la era digital, descansa sobre el concepto de red o network. La conectividad de las redes digitales ha revolucionado los negocios — y está a punto de revolucionar las relaciones internacionales.

En The Pentagon's New Map, Barnett introduce explícitamente el lenguaje de las redes digitales en el mundo de la política internacional: conectividad de banda ancha, gobernanza con códigos "open-source", bases de datos, protocolos globales, seguridad de red, etc. Todo esto parece complicado para un cuarentón como yo, pero no dudo que las nuevas generaciones de especialistas en relaciones internacionales tendrán poca dificultad en entenderlo. Católico convencido, Barnett se ubica a contramano de los enfoques cuasi-mesiánicos que uno encuentra a menudo en círculos protestantes en los Estados Unidos. Su visión es esencialmente global; aunque los Estados Unidos juegan —y jugarán— un papel importante en la política y la economía del siglo XXI, la entrada en escena de nuevos protagonistas forzará a Washington a pensar en un mundo con múltiples fuentes de poder e influencia. De ahí el constante esfuerzo de Barnett por captar el pensamiento y las expectativas de las nuevas generaciones de estadounidenses, chinos, rusos, indios, brasileños, etc.

Conectividad, conectividad, conectividad
El conjunto de vivencias que da lugar al libro comienza en 1999. Como investigador del Naval War College, Thomas Barnett recibe la tarea de coordinar un equipo multidisciplinario para estudiar las posibles repercusiones de "Y2K", el riesgo de colapso de las redes mundiales de computadoras imputable al cambio de milenio. Poco entusiasmado al principio con la tarea, Barnett va descubriendo un mundo fascinante. Interactúa con militares, empresarios, internautas y banqueros. Comienza a detectar las fortalezas —y las debilidades— de un sistema increíblemente interconectado: Wall Street y las finanzas globales como fuentes de financiamiento, el software como insumo indispensable para negocios y ejércitos, la energía como vínculo con el Medio-Oriente, los déficits y el dólar, etc. Al final, la noche del 31 de diciembre de 1999 al 1 de enero de 2000 transcurre sin problemas. Las computadoras están a salvo. Pero Barnett no pierde un minuto; comienza a desarrollar una nueva visión de las relaciones internacionales, basada en la noción de redes. Con el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001, que destruye las torres en las que había trabajado en 1999, llega la oportunidad de publicar sus ideas.

Éstas circulan primero bajo la forma de un memorandum del Departamento de Defensa; en marzo de 2003, publica en Esquire un ensayo con un título llamativo: el "Nuevo Mapa del Pentágono". Al igual que Samuel Hungtington con su "Choque de civilizaciones", originalmente publicado como artículo en Foreign Affairs, Barnett opta por alargar su texto y publicarlo bajo la forma de libro en 2004. "La des-conexión define al peligro" (disconnectedness defines danger): esta es una de las frases-clave del libro. Barnett traza una línea en el mapa del planeta, recorriendo las zonas que define como des-conectadas: el África (ex-Sudáfrica), el Medio-Oriente (ex-Israel), el Sudeste Asiático (ex-"Tigres"), el Caribe, y el noroeste de Sudamérica hasta Paraguay. ¡Es el Nuevo Mapa del Pentágono! Estas regiones tienen un punto en común: la mayoría de sus habitantes no puede acceder a las múltiples oportunidades que ofrece el mundo en materia de educación, comercio y finanzas.

El hecho de estar desconectado en este mundo equivale a estar aislado, desposeído, reprimido y sin formación profesional. Para las mujeres jóvenes, significa —literalmente en muchos casos— estar descalza y embarazada. Para las masas, el estado de desconexión equivale a la ausencia de alternativas, a la escasez en materia de ideas, capital, viajes, y entretenimiento. Para las élites, mantener la des-conexión permite controlar a la población y acumular riqueza, especialmente la riqueza generada por las materias primas (p. 49).

Re-leo estos pasajes y pienso en la "epidemia" de violaciones en el Congo que destruye el aparato reproductivo de miles de chicas; en los niños de Angola acusados de brujería; en los pescadores de la India que —por falta de telefonía celular— desperdician una cuarta parte de su trabajo; en los jóvenes de Marruecos cuyas únicas posibilidades son el viaje a España o ... el ingreso a las redes islamistas; en los campesinos filipinos que pagan altas tasas de interés por no poder saldar las cuotas de sus micro-créditos con mensajes de texto; en los habitantes de nuestras "villas-miseria", a menudo manipulados por políticos que se niegan a dar conferencias de prensa, etc, etc, etc. Barnett llama a este mundo el Gap, el Agujero. En las partes más des-conectadas del Gap, como el Congo, la vida se resume con una línea de Hobbes: "solitaria, pobre, espantosa, brutal, y corta". Hay dos otros grupos de países: el Core (Núcleo) y el New Core (Nuevo Núcleo). El primero corresponde aproximadamente a la OCDE: Occidente más Japón y los "Tigres". Son los países cuyas poblaciones están más conectadas; tienen los mayores niveles de vida, la propiedad más estable, los mejores sistemas educativos, los sistemas financieros más desarrollados, la gobernanza más transparente. El segundo corresponde a los BRICs: Brasil, Rusia, la India, China, además de la Argentina, Sudáfrica, México y otros grandes países crecientemente conectados — pero todavía sin "conectividad de banda ancha" (broadband connectivity). Según Barnett, están destinados a jugar un papel decisivo en el siglo XXI.

La novedad del enfoque
A primera vista, nada de esto parece terriblemente importante. Pero piense un minuto en las consecuencias del enfoque propuesto por Barnett. Se habla mucho, por ejemplo, de una "Nueva Guerra Fría" entre Rusia y Occidente, de un "Nuevo Órden Mundial" en el cual los BRICs desafían a los Estados Unidos, etc. Este razonamiento, señala Barnett, equivale a negar la principal realidad del siglo XXI: la creciente inter-dependencia de los sistemas económicos y políticos. La Guerra Fría oponía a dos sistemas radicalmente diferentes: hoy, China es una reproducción de Singapur, que es una reproducción de ... ¡los Estados Unidos! Mañana, partes del África serán una reproducción de China. El Core y el New Core tienen muchas diferencias entre sí; "egos" sensibles crearán chispazos de vez en cuando (Putin). Pero lo que une a estos países es mucho más importante: el lanzamiento, a veces en forma simultánea, de acciones en las Bolsas de Nueva York, Shanghai, San Pablo y Moscú; el uso de internet como medio universal de conocimiento y entretenimiento; la utilización del dólar y del euro como monedas internacionales de reserva; la dependencia de las fuentes de energía del Medio-Oriente; el problema de las enfermedades contagiosas; el riesgo de una crisis ecológica planetaria, etc. El Core y el New Core forman parte de un mismo conjunto de redes comerciales, financieras, y de información. ¡Olvídese de una nueva Guerra Fría! De hecho, estos países tendrán un interés común en conectar al Gap: esta es una de las principales conclusiones del libro.

Si llevamos el esquema a los conflictos del Medio-Oriente, una conclusión se impone: se trata de un enfrentamiento entre conectados y desconectados — ¡no entre cristianos (o judíos) y musulmanes! El sueño de Bin Laden y de sus muy elitistas seguidores es "secuestrar a sus sociedades del abrazo cada vez fuerte de la globalización" (p. 83). A medida que la conectividad transforma en obsoleta la idea del conflicto estado vs. estado, la violencia será dirigida por redes no-estatales como al-Qaeda. Pero el punto esencial sigue siendo el mismo: el problema no es el islam —perfectamente capaz de conectarse al mundo— sino las élites que buscan sacar provecho de la desconexión, "vendiendo" sus ideas bajo la pancarta siempre seductora del anti-americanismo y del islam "puro". El énfasis en la conectividad también resulta útil para evaluar la secuencia elegida por cada país para conectarse al mundo de la democracia, del imperio de lo legal y de la economía de mercado. Barnett compara los casos de Rusia y China. Rusia intentó en los 1990s la secuencia de reformas en el siguiente orden: reforma democrática primero, económica luego, y legal al final. Pero pronto comprobó que el estallido de libertad sin rule of law generaba un sistema increíblemente fraudulento, dominado por poderosos "oligarcas". China, en cambio, optó por una secuencia de conectividad muy diferente: reforma económica primero, luego legal (ver el notable blog China Law Blog), y finalmente —tal vez para la próxima generación— democrática. El punto, concluye Barnett, es que cada país elegirá la manera de conectarse que más le convenga, sin que los Estados Unidos interfieran en el proceso. Barnett no lo dice, pero queda claro que prefiere la secuencia china: la insistencia de los Estados Unidos por la democracia en Afganistán y en Irak —sin antes lograr un mínimo nivel de rule of law— está condenada al fracaso.

Más Kant, menos Hobbes
"Necesitamos dos fuerzas armadas. Una para pelear las guerras, otra para ganar la paz" (p. 299)

La parte del libro que generó más controversia en el establishment de defensa de los Estados Unidos está referida a la reforma de las fuerzas armadas preconizada por el autor. "¿Cuántos submarinos se necesitan para tomar la ciudad de Fallujah?", se preguntaba en tono sarcástico durante los combates entre los Marines y al-Qaea en Irak. Una parte importante del liderazgo militar estadounidense, atrapada por el síndrome de la Guerra Fría, busca obsesivamente determinar quién será el próximo "Gran Enemigo" (China es el favorito). En los Estados Unidos, esta visión cuenta con el apoyo de influyentes intereses económicos (el "complejo industrial-militar") y políticos (¿donde se instalarán las fábricas y las bases?). Bajo este enfoque, el gasto militar privilegia el escenario de la próxima Gran Guerra — incluyendo grandes y costosos submarinos. Barnett piensa que la realidad de la creciente conectividad terminará por dar lugar a un nuevo punto de vista. El Pentágono, sugiere, se partirá en dos. Una fuerza, que denomina Leviatán, se encargará de la inevitable violencia en el Gap. El Leviatán mantendrá su potencia letal; las "fuerzas especiales" serán su gran protagonista. Sus integrantes serán en su mayoría hombres — jóvenes, solteros, "levemente enojados".

Pero el Leviatán no está equipado para "ganar la paz". No es su métier, como quedó demostrado en Afganistán y en Irak. Las fuerzas armadas de los Estados Unidos necesitan desesperadamente nuevas habilidades, nuevos recursos, nuevos socios. Barnett piensa que, tarde o temprano, el Pentágono pondrá en pie otra fuerza, que llama (otra vez utilizando la terminología de sistemas) "Administrador de Sistemas" o Sys Admin. Esta fuerza estará integrada por hombres y mujeres, generalmente mayores y casados, con mayor nivel de educación, y con vocación "multi-cultural". Su misión será poner en pie —una vez terminado el trabajo del Leviatán— las estructuras mínimas de la conectividad: reparar redes de agua potable y electricidad, establecer comunicaciones inalámbricas, mantener fuerzas de policía y seguridad, asegurar un mínimo sistema judicial, etc. El Sys Adm colaborará estrechamente con el sector privado; será por definición multilateral y multilingüe; aceptará soldados del país local; coexistirá con la Cruz Roja y con ONGs como Médicos Sin Fronteras; se dedicará a "reparar las ventanas rotas"; tendrá un "código open source"; su autoridad quedará sujeta a la International Criminal Court (lo que no sucederá con el Leviatán).

El desdoblamiento del Pentágono refleja, a criterio de Barnett, las nuevas realidades del mundo conectado. Por un lado, ningún estado se atreverá a enfrentarse al "monstruo": la guerra estado vs. estado es cosa ... del pasado. Las demás potencias del New Core aceptan esta realidad. Han "terciarizado" la función militar a los Estados Unidos: al utilizar títulos del Tesoro estadounidense como respaldo de sus monedas, están de hecho financiando el Leviatán. Por otro lado, los conflictos del futuro —contra las fuerzas de la des-conexión al estilo Bin Laden— hacen indispensable el "otro" ejército, el Sys Admin. Barnett piensa que, a medida que China y el New Core logren mayores niveles de prosperidad, serán vistos como enemigos por las élites des-conectadas del Gap. ¡También serán atacados! La salida pasará por "derrotar las fuerzas de la des-conexión", privilegiando —en el presupuesto de defensa— el Sys Admin en detrimento del Leviatán. "El mundo de Kant se está expandiendo", concluye el siempre optimista Barnett, "mientras que el de Hobbes continúa achicándose" (p. 327).

Una teoría de la globalización
Cada vez que la conectividad avanza demasiado rápido con respecto al conjunto de reglas y normas domésticas establecidos por los países, habrá ... ¡crisis! El resultado es la incesante elaboración de reglas (rule-sets) para "domesticar" la globalización. Cuando colapsa la Globalización I (1870-1914), el mundo entra en una tremenda fase de destrucción. Por eso la Globalización II (1945-1989) arranca con grandes cambios institucionales: el Plan Marshall, las organizaciones internacionales, el acuerdo de Bretton Woods, etc. La Globalización II, como respuesta a la amenaza soviética, crea un contexto de crecimiento y prosperidad sin precedentes en Occidente y Japón. A finales de los 1980s, el colapso de la URSS marca el inicio de Globalización III: el "dividendo de la paz", la modernización de China y de Rusia, el gran salto de la tecnología de información. ¿Qué alternativas se presentan a los países en este contexto? Claramente, los países con anticuados rule-sets domésticos enfrentan un dilema. Pueden optar por actualizar sus normas domésticas, ajustándolas al emergente esquema global de "rule of law", economía de mercado y democracia. O pueden optar por ... menos globalización. La segunda opción, naturalmente, será más costosa en términos de conectividad — frenará el progreso. Pero es una decisión que cada país debe tomar. Solamente cuando el Gap quede conectado, argumenta Barnett, habrá terminado la cuarta (y actual) fase de la globalización, iniciada en 2002.

La Argentina —mencionada por Barnett en varias oportunidades— ofrece un ejemplo interesante de desfasaje entre normas locales y globales. El país optó, en los 1990s, por una decidida apertura financiera, tecnológica y comercial. Pero sus rule-sets domésticos no estaban a la altura del desafío. Barnett no entra en detalles sobre la cuestión argentina, pero no es difícil imaginar su razonamiento. El caudillismo de Carlos Menem y la debilidad de la "Alianza" destruyeron el imperio de lo legal. La constante busca de la re-re-elección, la completa ausencia de independencia judicial, los "super-poderes": todos estos "rule-sets" internos estaban en abierto conflicto con las normas globales emergentes. Es muy común culpar al Sres. Menem y De la Rúa por haberse "entregado" a las fuerzas de la globalización. En el esquema de Thomas Barnett, esta causalidad se invierte: el problema fue el desfasaje entre las normas globales nacientes —transparencia, "rule of law", des-concentración del poder— y las decisiones domésticas de estos líderes (ausencia de transparencia y de "rule of law", concentración del poder). Esta situación terminó por crear una percepción negativa sobre todo el "modelo", dejando al país en una situación muy vulnerable frente a la deflación mundial de 1998-2001.

En el fondo, la idea que Thomas Barnett se hace de la globalización resulta soprendentemente compatible con la que bauticé extensión de la Revolución americana (ver). Gordon Wood, uno de los historiadores-top de los Estados Unidos, percibe a la Revolución de 1776-1787 como un conflicto entre las aspiraciones de un pueblo emprendedor y la cultura política del autoritarismo, el paternalismo y las jerarquías. El resultado fue el sistema político más igualitario de la historia — y la explosión de las finanzas, entendidas como herramienta en poder del emprendedor (free-banking). La entrada en escena de los ambiciosos emprendedores chinos e hindúes, y la expansión ilimitada de la herramienta anti-jerarquía por excelencia (la internet) no harán sino acelerar la adopción de "rule-sets" globales tendientes a un mundo con reglas, pero sin "monarca" (rules but no rulers). Los Estados Unidos constituyen la primera nación multinacional del planeta: habrá muchas más. La idea del "imperio estadounidense", argumenta Barnett, es completamente absurda: va a contra-mano del sistema de gobernanza de los Estados Unidos.

Conclusión: crisis & conectividad
Naturalmente, hay mucho más material para reseñar, pero esta entrada ya es demasiado larga. El lector interesado puede, además del libro, consultar los archivos del impresionante blog de Thomas Barnett. El blog es una especie de archivo que el autor utiliza como materia prima para sus libros (un proyecto mío también). El Nuevo mapa del Pentágono, publicado en 2004, ya ha envejecido. Irak no disfruta de la conectividad que sí lograron los países de la ex-Yugoslavia; el prestigio de los Estados Unidos continúa en baja; la economía mundial puede entrar en una zona de relativa turbulencia. El segundo libro de Barnett, Blueprint for Action: A Future Worth Living (Nueva York: Putnam, 2005) no logró ni una fracción del éxito del primero. Mientras tanto, Barnett abandonó el sector público; trabaja ahora en Enterra Solutions, una empresa un tanto misteriosa, aparentemente dedicada a soluciones de software para gobernanza (me imagino que se trata de un contratista del gobierno).

A pesar de los problemas políticos y económicos actuales (como la debilidad del dólar, tratada en el libro), el enfoque generalmente optimista de Barnett se ha cumplido ... de sobra. Todos los días leemos noticias esperanzadoras sobre los beneficios de la conectividad para los más pobres. La cantidad de conflictos bélicos no deja de caer. Las finanzas y las comunicaciones extienden sus redes al infinito: los Emiratos Árabes Unidos emiten bonos islámicos en el mercado bursátil de Tokio; Brasil lanza instrumentos financieros al estilo Nasdaq; la India adopta mercados de futuros de monedas; Macedonia se auto-proclama "zona Wi-Fi"; Filipinas expande su red de telefonía celular. Poco a poco, los países irán adecuando sus "rule-sets" internos al universo de REGLAS-SIN-MONARCA llamado globalización. Globalization comes with rules, not rulers.

2 comentarios:

Wolvh Lórien dijo...

Es muy interesante. Además he observado que el tema de la conectividad es un hilo conductor de varios de tus posts, incluyendo hasta un índice en el que uno de sus parámetros es el índice de conectividad.

Es un enfoque fundamental para comprender el mundo de hoy. Incluso yo afirmaría que muchas de las "leyes" empíricas extraídas de la experiencia del siglo XX para comprender el mercado y, particularmente las finanzas, ya no son aplicables, dados los efectos drásticos que tiene la interconectividad en el mercado financiero.

Agustin dijo...

LG. De acuerdo ... en parte es lo que trato de hacer en el otro blog. Dicho sea de paso, la revista Forbes pres-seleccionó al Global Liquidity Blog como "blog socio", compartiendo publicidad. Veremos. Saludos!