COLUMNA SEMANAL No 2. LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL ... ESTADO
Por Agustín Mackinlay (*)
La presidenta Cristina Kirchner acusó recientemente a los "intereses financieros, económicos y mediáticos" de querer un gobierno más débil. Luego agregó: "... muchas veces hay intereses que quieren un Gobierno más light". Debemos agradecer a la Presidenta por plantear este importante debate. Lo primero que merece destacarse —en las frases y en el tono de la mandataria— es la idea del gobierno light como algo injusto, retrógrado y poco adaptado a las necesidades de la era moderna. Sobre este punto, creo que la Presidenta está en lo cierto: desde Dinamarca hasta China, pasando por Chile y Nueva Zelanda, los gobiernos han asumido una amplia gama de tareas — en muchos casos de manera muy exitosa. Dudo que el siglo XXI sea el siglo de los auto-denominados "libertarios" al estilo von Mises y Hayek. Desde este punto de vista, la Sra. Kirchner tiende a identificar su propio gobierno como la antítesis del gobierno light. Pero es precisamente ahí donde las cosas se complican. Su gestión está fracasando de manera estrepitosa en lo que Manuel Belgrano consideraba la esencia del buen gobierno: defender la "libertad, seguridad, propiedad".
Algunas notas recientes, publicadas en La Nación y en otros medios, ilustran la preocupante realidad de un gobierno tan light, que no logra asegurar ni la vida y propiedad de las personas, ni la educación básica, ni la estabilidad de la moneda. Según Alvaro Abós, la Argentina de 2008 es un sicariato, un paraíso para la producción y el tráfico de droga, donde "los barones del crimen internacional entran y salen como Pancho por su casa". Otra nota da cuenta del colapso del sistema educativo en la provincia de Buenos Aires. En este caso, el título lo dice todo: Otra vez, tres millones de alumnos no tendrán clases. Pero acaso la muestra más reveladora de la insoportable levedad del Estado argentino está en los recientes asaltos a mano armada en "countries" de la zona de Pilar. Además de los hechos de violencia en sí —en un caso, los delincuentes tuvieron a una familia entera maniatada durante horas— lo notable es que los delincuentes suelen llevarse mucho dinero en efectivo. Piénselo un minuto: a pesar del considerable riesgo, las familias argentinas mantienen importantes cantidades de "cash" fuera del sistema bancario. Le temen a una nueva ofensiva del gobierno contra sus ahorros. Esta situación, naturalmente, contribuye a explicar la altísima tasa de interés que aqueja (desde varias décadas) a la economía.
¿Puede hacerlo todo el gobierno? (la sorpresa nórdica)
La Presidenta ha dejado planteado el debate. Su posición es clara: no desea un gobierno light — y en eso tiene razón. Cuando se trata de la vida, de la libertad y de la propiedad de los ciudadanos, el gobierno no debe ser solamente fuerte. Debe ser requete-fuerte, para utilizar la expresión del ex-canciller Guido di Tella. Pero la realidad es que el Estado argentino, particularmente bajo la administración Kirchner, pesa muy poco a la hora de cumplir las funciones elementales para las cuales ha sido constituido. Lejos de percibir esta fenomenal debilidad, la Presidenta la acentúa con costosos proyectos como el de re-estatizar Aerolíneas Argentinas.
¿Puede hacerlo todo el gobierno? Una lección importante en materia de gobernanza en los últimos años es que los gobiernos pueden hacer mucho más de lo que se pensaba, por ejemplo, a comienzos de los 1990s. El éxito de los gobiernos del norte de Europa —los Nórdicos, los Países Bajos y Alemania— demuestra que es posible complementar la visión elemental o lockeana del gobierno con importantes iniciativas en áreas tan dispares como educación, innovación, y salud. Pero hay una condición: la calidad de la gobernanza debe reflejar una drástica mejora. Los recursos no se obtienen mediante declaraciones de intenciones o intervenciones en los mercados: se obtienen como contraparte del buen gobierno. El caso de los Nórdicos muestra que es posible aumentar considerablemente la recaudación impositiva y el crédito a largo plazo. Pero la condición es invariablemente la misma: estricta independencia judicial, libertad de prensa, publicidad de los actos de gobierno, autonomía del banco central, poder ejecutivo uni-personal.
Al final de cuentas, la Presidenta Kirchner enfrenta tres opciones. La primera, la preferible, consiste en liderar en materia de gobernanza: es la única manera de obtener los recursos que necesita. La segunda opción es sencilla: limitarse a asegurar las funciones básicas del gobierno, y abandonar —por falta de recursos— todo proyecto ambicioso en aerolíneas, bancos, salud, etc. La tercera opción, la más temible, consiste en mantener el rumbo actual, y en ver cómo su gestión se disuelve en la administración del Estado más light de la historia argentina.
(*) Drs, Universidad de Amsterdam. Premio Roosevelt Study Center 2006. Ver columna No. 1.
sábado, agosto 30, 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario