NOTAS DE VIAJE. UNA PORTEÑA EN EL CAIRO (III)
Por Claudia Lago (*)
La pizza que tardó tres días en llegar
Esta anécdota muestra las dificultades que enfrentan los europeos para hacer negocios en Egipto. Durante mi primer día de trabajo en El Cairo, un colega australiano —que también estaba de visita— me invitó a una pizzería italiana para el almuerzo. A las 13:00 partimos junto a otro colega indio muy interesado en probar la famosa pizza italiana.
Me explicaron que era la tercera vez que iban a este pequeño bar/pizzería, abierto por italianos, pero que todavía no habían conseguido probar la pizza por problemas con el horno. En teoría, mejor dicho según el cartelito en la puerta, la pizzería abría a las 13:00. Sin embargo, mis colegas me explicaron que en realidad abriría unos minutos más tarde.
A las 13:10 vimos a uno de los socios llegar corriendo al vernos en la puerta. Como sucedía cada día, uno de los dueños pedía paciencia; era necesario esperar afuera hasta que él consiguiera organizar las mesas, limpiar el piso y realizar otras operaciones domésticas con ayuda de sus empleados. El negocio era nuevo y los dueños estaban aprendiendo a organizarlo.
Cuando conseguimos sentarnos y pedir nuestra ansiada pizza con rucola, sufrimos una nueva desilusión. El problema del horno no había sido solucionado y no era posible servirnos pizza. Sin embargo, había una variedad de pastas secas y salsas que nos tentaron. Los postres italianos y el café también eran una delicia.
Uno de los socios, un egipcio que hablaba inglés e italiano, nos explicó que tenían dificultades para conseguir que el servicio técnico del horno viniera a ponerlo en marcha. Habían abierto tres meses atrás, tenían las motos preparadas para el delivery pero todavía no conseguían hacer funcionar el horno.
Al día siguiente se repitió la historia. Esta vez, mientras esperamos a la entrada a las 13:00 que abriera el local, encontramos a los socios italianos (un matrimonio joven). Nos explicaron que habían decidido vender su participación al socio egipcio (casado con una italiana) porque después de tres meses no conseguían hacer funcionar el negocio de acuerdo a lo planeado. Otra vez comimos pastas exquisitas. Los precios eran relativamente caros para los habitantes locales y muy baratos para nosotros: US$ 12 por pastas y café para tres personas.
La tercera es la vencida y finalmente conseguimos comer la pizza italiana. Después de tanta espera, las expectativas eran muy altas y la pizza no estuvo a la altura. Sin embargo, el socio egipcio fue muy amable y se dedicó a dar todas las explicaciones del caso sobre las dificultades de iniciar un negocio. A diferencias de su ex-socio italiano, él todavía creía que su pizzería sería un éxito comercial.
Su mujer italiana garantizaba la autenticidad de sus platos. La entrega a domicilio haría llegar a los habitantes del Cairo un producto artesanal, muy superior al de las cadenas americanas por todos conocidas. Esperamos que consiga solucionar la logística.
(*) Ver Notas I y II. La serie anterior es "Una porteña en Singapur" (I, II, III, IV y V)
martes, marzo 11, 2008
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1 comentario:
qué ganas de comer pizza! oh! comí hoy al mediodía!
esperemos que hagan funcionar el horno, en todo caso, es más o menos lo que les pasó a los persas que instalaron un negocio cerca de mi casa (Bonn, Alemania) y la Telekom (el accionista mayoritario es el estado) no lograban que vinieran a hacer funcionar las conexiones...
Un abrazo y nuevamente mil gracias x tus interesantísimos relatos!
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