jueves, mayo 15, 2008

CHOSES VUES ...

- Auto-control, otra vez. El fundador de Estados exitosos combina, paradójicamente, enormes dosis de ambición y de auto-control. Moisés no ve la Tierra Prometida; Licurgo se auto-exilia, Washington disuelve la Convención Federal y luego renuncia a un tercer mandato como presidente; Juan Carlos I ve su papel reducido a cuestiones protocolares, etc. Estoy convencido que esta cualidad nos ha fallado en la historia reciente. A pesar de la abundancia de momentos potencialmente "fundacionales" (1982-83, 1989-90, 2001-02), el liderazgo político ha optado sistemáticamente por la demagogia: inflación, devaluación, re-elección, concentración del poder, etc. Afortunadamente, la capacidad de auto-contención es un tema crecientemente analizado desde el punto de vista ... científico. Según Aamodt y Wang, nuestra capacidad de willpower es limitada: si uno la "gasta" en algo (dejar de fumar), es muy probable que engorde. Pero uno puede entrenarse y lograr más capacidades mentales: "Focusing on success is important because willpower can grow in the long term. Like a muscle, willpower seems to become stronger with use". ¿Será el caso de Macri? ¿De Carrió? [Sandra Aamodt & Sam Wang: "Tighten Your Belt, Strengthen Your Mind", The New York Times]

- ¿Quiere ser un super-poder? En su (breve) época de único super-poder, los Estados Unidos se acostubraron a las críticas. Si decidían actuar en tal o cual conflicto, un torrente de críticas se formaba en instantes. Si no lo hacían, sucedía ... exactamente lo mismo. ¿Cómo enfrentará China la inevitable crítica de su actuación como super-poder? Con buen criterio, Victor Mallet señala que China será criticada si crece (porque contamina) y si no crece (porque no estimula la economía mundial); si actúa en el África, o si no lo hace; si vende barato, o si vende caro, etc. Dentro de todo, los Estados Unidos soportaron las críticas con bastante estoicisimo. Vamos a ver qué sucede con China. El punto de Mallet es que ser un super-poder implica costos. Ni los suizos en el siglo XV, ni los holandeses en el XVII desearon asumir esos costos (podríamos tal vez agregar el Japón de la post-guerra). Ahora vemos un problema parecido con el euro. Europa está (con razón) orgullosa del éxito de la nueva moneda, pero deberá enfrentar las consecuencias de su fuerte apreciación. [Victor Mallet: "The downside of joining the superpower club", Financial Times]

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