sábado, diciembre 06, 2008

COLUMNA SEMANAL. LOS KIRCHNER & IBN JALDÚN

Por Agustín Mackinlay (*)

Si Polibio es mi historiador griego preferido, Abd al-Rahman Ibn Khaldun (1332-1406) es mi historiador árabe de referencia. Llegué a Ibn Khaldun, o Ibn Jaldún en castellano, por medio del Estudio de la historia de Arnold Toynbee. Jorge Luis Borges, conocedor de la literatura árabe-andaluz, también lo menciona, aunque (como Ortega y Gasset) deletrea Abenjaldún. Hoy en día Ibn Jaldún es un historiador à la mode. La prestigiosa serie francesa de la Pléiade publicó sus obras en 2002, y el 600 aniversario de su muerte dio origen a numerosos estudios y biografías. En 1401, Ibn Jaldún tiene una serie de entrevistas con el temible Tamerlán, otro "conocido" de Borges. Pero su fama descansa en su teoría cíclica de la historia, plasmada en las páginas del libro Muqaddima, a veces traducido como Prolegomenos. Según el español Emilio González Ferrín, especialista en estudios sobre Al Andalús, la obra de Ibn Jaldún (cuya importancia equipara a la de Averroes) no tuvo mucha repercusión hasta el siglo XIX, por una sencilla razón: no existía la imprenta en el mundo árabe.

El ciclo del auge y la decadencia
En su estudio sobre el pensamiento de Ibn Jaldún, Muhammad Mahmoud Rabi destaca tres grandes ideas en lo referido a la historia y a la naturaleza del poder político. La primera noción-clave es la de wâzi’, la autoridad limitante de una fuerza interior de inspiración religiosa. Los primeros califas, sugiere Ibn Jaldún, están "bien guiados" por esa fuerza que interpone una barrera al deseo —natural en todo hombre— de acrecentar constantemente su poder. Luego viene la época de enfrentamientos entre pretendientes al califato: la fitna, la devastadora guerra civil. Por un tiempo, los califas logran mantener cierto nivel de auto-control gracias al principio de ‘asabiyya, o espíritu de cuerpo (solidaridad). Finalmente, llega la tercera y fatídica etapa de la destrucción del Estado; ocurre cuando el deseo de vivir de manera lujosa se apodera por completo de los califas, y los conduce a usar la fuerza para lograr la "arbitraria gratificación de sus deseos y placeres". Aquí, el concepto-clave es mulk o realeza.

En los capítulos de la Muqaddima dedicados a la decadencia de los Estados, asegura Muhammad M. Rabi, Ibn Jaldún no registra "ningún tipo de freno (check), ya sea religioso o moral, sobre el ejercicio del poder". ¡Notable definición! El poder arbitrario de los califas, consecuencia fatal de su deseo de vivir de manera lujosa, no conoce freno alguno. Desaparecen los dos principios de restricción de las pasiones: la wâzi’ y la ‘asabiyya. La autoridad política se debilita con el ejercicio arbitrario del poder. Nada puede evitar la completa ruina del Estado, a no ser que aparezca un liderazgo político con auténtica "fuerza interior". Este es el ciclo del auge y decadencia del califato según Ibn Jaldún. Se trata, claramente, de una visión muy pesimista: cuando el tunecino escribe, a finales del siglo XV, Bagdad lleva siglo y medio de ocupación mongol, la gloria de Al-Andalús ha desaparecido (solo queda el reino de Granada en manos de los musulmanes), y el Norte de África se despedaza en infinitas guerras civiles.

Ibn Jaldún y la Argentina de los Kirchner
La traducción inglesa de la Muqaddima, publicada en 1958 por Charles Issawi, contiene algunas "joyas" que describen de manera adecuada el des-gobierno de los Kirchner. El deseo de vivir de manera lujosa —y el "consiguiente crecimiento en las necesidades y en los gastos públicos"— lleva a los califas a aumentar constantemente la carga tributaria. En este punto, la Muqaddima anticipa de manera brillante a los "economistas de la oferta" del siglo XX: Ibn Jaldún dice claramente que el exceso de impuestos "desalienta a los hombres de negocios" al punto de generar una caída en la producción y en la recaudación. A medida que continúan subiendo las tasas impositivas, se acentúa el derrumbe de la producción y de la recaudación; el propio Estado es el más perjudicado. "Cuando se generaliza la confiscación", concluye Ibn Jaldún, "habrá una depresión general ... la opresión arruina a la sociedad, y la ruina de la sociedad lleva al debilitamiento y a la destrucción del Estado".

Además de su brillante análisis dinámico de los impuestos, el historiador tunecino se destaca por sus posiciones sobre la naturaleza del poder político. "Allí donde hay varios líderes habrá confusión", señala Ibn Jaldún, como anticipando la necesidad de un poder ejecutivo uni-personal. En materia de seguridad, la Muqaddima no deja dudas: "El gobernante debe proteger la propiedad asegurando la seguridad de los caminos"; también es su deber "facilitar las transacciones y facilitar la vida de los habitantes y sus posibilidades de ganarse la vida, de inspeccionar los pesos y las medidas, y de evitar la adulteración y el fraude". El gobernante exitoso debe "consultar a los civiles e incorporarlos a sus consejos de asesores, pues de ellos depende que pueda disfrutar de su poder".

Al igual que el griego Polibio, que veía en la ropa lujosa de los gobernantes una clara señal de peligro, Ibn Jaldún llama la atención sobre el lujo en "muebles y ropa" como señal de debilidad del Estado. "En el instante en que el poder se concentra en una persona, y que se generaliza el lujo, el Estado se acerca a la decadencia", escribe el tunecino. Cuando prevalece el principio de solidaridad, muchos están dispuestos a morir por el califa; en cambio, cuando el poder se concentra y "el gobernante tiende a apropiarse de la riqueza", ya nadie está dispuesto a hacerlo. "Todo esto", concluye Ibn Jaldún, "significa debilidad del Estado y disminución de su poder", por dos razones. En primer lugar, el principio de solidaridad desaparece con la concentración del poder. En segundo lugar, la necesidad de aumentar el gasto y los impuestos debilita económicamente al Estado. ¡Brillante!

¿Polibio o Ibn Jaldún?
"Toda sociedad humana requiere una limitación", dice el historiador tunecino. Cuando desaparece esa limitación, los gobernantes se dedican a satisfacer sus deseos personales y a aumentar los impuestos y su riqueza personal. De esta manera, terminan debilitando al Estado, al punto de dejarlo pobre, vulnerable y dependiente de ayuda externa. Los ciclos son inevitables: solamente pueden ser atenuados por gobernantes con la suficiente "fuerza interior" o espíritu solidario para sobreponerse a la tentación. Ibn Jaldún es claramente superior a Polibio en su detallada descripción de la naturaleza humana y en su brillante análisis económico. Sin embargo, es incapaz de entrever la solución institucional que Polibio formula en el libro VI de sus Historias: el gobierno mixto que —por su combinación de elementos monárquicos, aristocráticos y democráticos— introduce el indispensabe equilibrio.

En la Argentina de comienzos del siglo XXI no existe, para los gobernantes, ningún principio de restricción. No aparecen ni la "fuerza interior", ni el espíritu solidario, ni las limitaciones institucionales al abuso de poder. La historia del país —y la historia universal— dejan abundante evidencia de lo que sucede cuando desaparecen todas las limitaciones. La lectura del genial Ibn Jaldún nos recuerda que, además de los frenos y contrapesos institucionales, un país necesita líderes políticos con "fuerza interior" para sobreponerse a la tentación del poder absoluto. En plena Guerra de la Independencia española, Lord Holland le escribe a Jovellanos, implorando a los españoles para que encuentren "un Coligny, un Príncipe de Orange, un Fairfax, o un Washington".

(*) Associate professor de International Political Economy, Universidad de Leiden (Holanda). Drs. en Humanidades, Universidad de Amsterdam (cum laude); Advanced Studies in International Economic Policy Research, Kiel Institut für Weltwirtschaft. Premio Roosevelt Study Center 2006; Premio LA NACIÓN 1989 y 1991. Estoy publicando El Enigma de Mariano Moreno. Fundación y Equilibrio de Poderes en la Era de las Revoluciones (más información pronto). Mi dirección de e-mail es: agustin_mackinlay@yahoo.com. Columnas anteriores: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11,12, 13, 14.

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