domingo, septiembre 14, 2008

COLUMNA SEMANAL. CHÁVEZ, PUTIN & LA PARADOJA DEL EQUILIBRISTA

Por Agustín Mackinlay (*)

"El mundo multipolar sustituye el fin de la historia", dice el presidente de Venezuela Hugo Chávez: una manera elegante de justificar la audacia de sus recientes maniobras anti-Estados Unidos. (Otra interpretación plausible: Chávez simplemente necesita disimular el fracaso de su contra-revolución). Pero lo notable, en el último experimento del líder caribeño, es el co-protagonismo de Vladimir Vladimirovich Putin, también afectado por el virus del multi-polarismo. Chávez y Putin seguramente lo ignoran, pero están re-editando la paradoja del equilibrista internacional. Desde Metternich a Nixon, pasando por el inefable De Gaulle —acaso el artista más consumado en esta difícil disciplina— el equilibrista internacional tiende a descuidar el equilibrio en casa. La sola mención de contra-poderes, de un banco central independiente, o de un prensa libre y vibrante, les causa infinitos dolores de cabeza. Para de Gaulle, auto-proclamado sucesor de Richelieu, de Luis XIV y de Napoleón, una concesión a los parlamentarios era el equivalente de "pan para los patos" (du pain pour les canards).

El equilibrista internacional percibe la existencia de contra-poderes institucionales como obstáculos inútiles. En 1964, Charles de Gaulle reconoce a China, una maniobra magistral que anticipa por ocho años el viaje a Pekín de su gran admirador estadounidense, Richard Nixon. Pero el francés peca por exceso de entusiasmo; para causar la ruina del sistema monetario de Bretton Woods (y la ruina de los Estados Unidos), decide transformar los dólares de Banque de France en oro. Un simple asiento contable alcanza; pero el Général busca un gran impacto mediático, y manda aviones de Air France especialmente equipados a llevarse el oro físico a Francia (a pesar del tremendo costo en seguros). Cuando los soviéticos invaden Checoslovaquia, en agosto de 1968, nadie confía en la capacidad de Banque de France —transformada en una secretaría personal de Gaulle— para enfrentar la crisis financiera. La cotización del franco se desploma; las expectativas inflacionarias se disparan; la Bolsa de París cierra por tres días; de Gaulle renuncia a los pocos meses.

Cuarenta años más tarde, Vladimir Putin re-edita el verano de Praga, esta vez en Georgia. El pánico se apodera de la Bolsa de Moscú (—45% en lo que va del año). El banco central ruso sale a defender el rublo. Los inversores extranjeros se desesperan por des-hacerse de acciones y bonos rusos, hasta hace muy poco considerados los productos-estrella de los mercados emergentes.

Los límites del equilibrista internacional
El equilibrista internacional dispone de medios muy inferiores a los que necesita para convertirse en un protagonista de peso (valga la redundancia). Y esto sucede por una buena razón: solamente un régimen doméstico de contra-poderes, independencia judicial, autonomía del banco central, y libertad de prensa crea la confianza necesaria para generar riqueza y prosperidad de largo plazo. El equilibrista se deja seducir por una coyuntura favorable: el "boom" de la reconstrucción post-guerra (De Gaulle), el salto en el precio de las materias primas (Chávez, Putin). La liquidez de la economía mundial —una característica tanto de la primera mitad de los 1960s como de los 2000s— es la droga que alimenta su delirio de grandeza. Pero la liquidez es caprichosa; puede evaporarse en el momento menos pensado. Moscú enfrenta hoy mismo una crisis doméstica de iliquidez: un calco del París de septiembre de 1968. En cuanto a la situación en Venezuela, el desabastecimiento crónico, la inflación, la fuga de capitales y de cerebros hablan por sí solas.

Chávez y Putin son, en definitiva, malos imitadores de De Gaulle. Día a día, la ausencia de equilibrio doméstico debilita su posición. ¿Conseguirán los fondos que necesitan para reponer la (crujiente) infraestructura de sus países? ¿Podrán explicarle a sus conciudadanos que su ideal de grandeur internacional es incompatible con la prosperidad doméstica? ¿Tendrán el temple del líder francés, que optó por renunciar antes de seguir imponiendo una visión tan démodée?

(*) Drs, Universidad de Amsterdam. Premio Roosevelt Study Center 2006. Columnas anteriores: 1, 2, 3.

3 comentarios:

Marta Salazar dijo...

excelente Agustín! gracias!

Marta Salazar dijo...

pero esta frase "El mundo multipolar sustituye el fin de la historia", alguien se la sopló, no es de él!

Anónimo dijo...

Agustin, tené en cuenta que los rusos se han vuelto muy nacionalistas.
Uno de los ideologos de Putin es Alexandr Dugin, que es el que predica la idea de la multipolaridad versus el globalismo del Imperio yanqui.
Hay que tener presente que el nazismo está en fuerte expansión en Rusia y piensan que EEUU primero va por Irán y despues por ellos, porque quieren imponer el gobierno mundial. Se están preparando para la guerra.
No es menor el anuncio de Putin diciendo que el ataque de Georgia es el 11 de septiembre de Rusia.

Roberto