jueves, septiembre 20, 2007

ECONOMÍA ARGENTINA. UN ECONOMISTA-TOP OPINA SOBRE LA INFLACIÓN
[Un economista argentino, de los más destacados de la profesión, me manda estas reflexiones sobre el problema de la inflación en el país.] (*)

Inflación creciente pero con:

a) Tipo de Cambio Fijo

b) Superávit Fiscal

c) Sin inflación mundial relevante

Si le preguntamos a un grupo de estudiantes que nos den una respuesta a este caso, no será fácil para ellos descubrir donde está el "galimatías". Por ahora diremos que este es el caso "Argentino". El tipo de cambio en Febrero del 2003 estaba a 3,20 pesos. Y ha fluctuado en un entorno de 2,95 a 3,12. Actualmente a 3,16.

Durante 53 meses hemos tenido tipo de cambio fijo. Por eso se acumularon más de 40.000 millones de dólares sobre los 10.000 de Febrero 2003 (recordar que se usaron casi 10.000 de las reservas adicionales para pagarle al FMI). Las intervenciones del BCRA fueron para comprar dólares, recién ahora para vender. Podemos llamar a esto "Flotación" administrada?
Superávit fiscal. Ninguna duda que esto existió y existe, (medido en términos clásicos).

La tesorería no se financió con emisión del BCRA (en forma directa). Se puede discutir en que se gasta, pero esto afecta la asignación de recursos es decir el crecimiento. No el aumento generalizado de precios.

Finalmente, el mundo no está exportando la inflación que tenemos. Algo importamos de inflación, pero al ser baja mundialmente y nuestra economía bastante cerrada, el impacto es irrelevante para el caso Argentino.

El bimonetarismo argentino
Una fuerte tradición de penalizar al ahorrista argentino dio lugar a una bimonetización. Los pesos como medio de pago y los dólares como reserva de valor y como unidad de cuenta. También se usan los dólares como medio de pago para las grandes transacciones (Inmobiliario, venta de empresas, préstamos en el mercado de capitales, comercio exterior, etc.)

Esta característica hace que el análisis monetario tradicional, solo el dinero local, sea insuficiente. Hay dos bases monetarias y también dos M3. Debemos agregar que quienes ahorran en pesos, no huyen del dólar, sino que desean una mayor rentabilidad en dicha moneda (verdadera unidad de cuenta). Usando al peso como un intermediario.

En estos casi cinco años de tipo de cambio fijo, quienes se mantuvieron en dólares no se pudieron proteger del impuesto inflacionario. Ni tampoco los pequeños ahorristas que mantuvieron sus pesos en efectivo, cajas de ahorro o plazo fijo. Sí es cierto que los inversores en pesos finalmente tuvieron más dólares. Pero en la Argentina todos perdieron poder de compra local.

La demanda de dinero y el tipo de cambio competitivo
La emisión de pesos no es otra cosa que los deseos de gastar y ahorrar a través de ese medio de pago. A una paridad determinada, el público pide una cantidad de pesos. El peso es el medio de pago con el cual compra bienes y servicios o ahorra (peso como intermediario). ¿Qué hubiese pasado si con el poder de compra local que se le dio al dólar (en un momento) se hubiera dolarizado toda la economía?

Es decir, si desaparecieran todos los pesos y los dólares se usaran también como medio de pago. El sistema dejaría de ser bimonetario y no habría Banco emisor. En este caso hubiese sido distinta la inflación? Creo que no (solo habría diferencias marginales o incluso más inflación). ¿Por qué? El público debe optar entre bienes hoy o bienes después (ahorro).

Si considera que los precios actuales serán más altos en el futuro (dólar o peso más tasa de interés), preferirá bienes ahora, y caerá la demanda de dinero. En definitiva, si un Banco Central establece una paridad cambiaria respecto a su moneda patrón que altera los precios internos respecto a los internacionales, de forma tal que se los percibe como insostenibles, esto provocará una caída de la demanda de dinero vis-à-vis la de bienes, generando una inflación que lleve los precios nuevamente a un equilibrio.

Todo esto ceteris paribus. No se deseará mantener dinero sino gastarlo. Esto sucedió tanto con pesos como con dólares. Sería muy fácil transformar un país en competitivo, por medio de la paridad cambiaria. Supongamos que el Banco Central decide darle un cambio preferencial a una sola firma y no a todas. Lo que está haciendo es poner un impuesto inflacionario, minúsculo "por contribuyente" y mayúsculo si se generaliza el subsidio.

El mecanismo de tipo de cambio "competitivo", si por ello entendemos aquel que finalmente baja la demanda de dinero, es inflacionario per se. Imaginemos que sucede si además se desea "sostenerlo" en el tiempo. El modelo extendido en el mundo llevaría a la ilusión monetaria colectiva creando la destrucción de la moneda y por lo tanto del crédito. Llamaría a esto en lugar de la "ilusión monetaria" la "ilusión cambiaria".

¿Cuando termina la inflación?
Apenas los precios internos se asemejen a los internacionales (más aranceles) y su relación con los no transables encuentren su equilibrio, subirá la demanda de dinero, estabilizando el sistema. Aquí el dólar (o peso) marginal alcanzará un valor real indiferente entre consumir ahora o después.

Hasta ahora el BCRA ha mantenido el tipo de cambio fijo y los precios han variado (pese a Moreno y todas las deformaciones conocidas) "libremente". A medida que los precios afectan el tipo de cambio "real" (único que interesa a estos fines), más cerca se está de la estabilidad.
El BCRA podría acelerar el proceso dejando caer el tipo de cambio nominal, pero esto no parece "posible" aunque sería lo más razonable.

De todas maneras pareciera que la suba de precios es el mecanismo más probable para salir de la trampa del tipo de cambio "competitivo".

La resistencia
Nuestro empresariado y el gremialismo en general desean lo siguiente:

- Moneda local debilitada: tipo de cambio “competitivo”. Hasta el límite que entre en riesgo el patrimonio personal. (Hiperinflación).

- Tasa de interés negativa (la activa), imaginemos la pasiva. Reemplazando al ahorrista privado por el Estado.

- Limitar la competencia externa, solo importar lo que no se "podría producir en la Argentina". Economía cerrada.

Prefiere el control de precios (Moreno), que el control de un mercado abierto.

¿Quién pide orden monetario?

Casi nadie.

(*) Entre julio y septiembre de 2006, este economista debatió con otros la inflación en Argentina: ver links a las notas.

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