viernes, junio 27, 2008

FRENOS & CONTRAPESOS. MARTÍN KRAUSE & MAGNA CARTA
. David Carpenter. The Struggle for Mastery. Britain 1066-1284. Londres: Allen Lane, 2003

En una entrada notable, Marcos Cattaneo corrigió ayer una serie de imprecisiones aparecidas en la nota de Roberto Cortés Conde sobre "Los impuestos y la democracia representativa" (La Nación, 26 de junio). En el mismo espíritu de la precisión científica, me permito un par de observaciones sobre la nota de Martín Krause referida a Magna Carta ("La rebelión fiscal a lo largo de la historia", La Nación). Aclaro que fui Profesor de Economía Superior durante varios años en ESEADE, bajo la dirección de Martín, y que mi intención es simplemente aportar precisiones al debate lanzado por este destacado académico.

En primer lugar, la nota contiene algunas imprecisiones históricas. Ricardo I, "Corazón de León", muere en el asedio del castillo de Chalus-Chabrol, cerca de Limoges, en marzo de 1199. Es cierto que había sido secuestrado en diciembre de 1191, y que su rescate exigió un gran esfuerzo fiscal. Pero Ricardo regresa a Inglaterra en marzo de 1194, más de veinte años antes de Magna Carta. El Sr. Krause parece sugerir que el rey Juan aumentó los impuestos para pagar el rescate: esto es obviamente incorrecto, ya que simplemente no era rey entonces. El rey era el propio Ricardo. El vínculo entre los años de captividad de Corazón de León y Magna Carta es, en definitiva, muy tenue.

"El Papa lo había excomulgado por apropiarse de tierras de la Iglesia", escribe Martín. Cuando Roma decreta la prohibición de llevar adelante ceremonias religiosas, en marzo de 1208, Juan responde con las primeras expropiaciones. Esto ocurre unos siete años antes de Magna Carta. Pero lo que el Sr. Krause omite es la completa reconciliación entre el rey Juan e Inocencio III, celebrada en la primavera de 1213. Ante la posible "deposición" del rey por parte del Papa, Juan opta por cambiar la situación por completo: declara la totalidad del "reino de Inglaterra e Irlanda" propiedad de Roma a ser administrada por el rey. O sea: el conflicto con el Papa está completamente resuelto al firmarse Magna Carta. De hecho, Inocencio III es uno de los principales opositores al tratado.

Al márgen de estas leves imprecisiones, lo verdaderamente relevante es la frase: "[este documento] estableció esa ahora famosa sentencia no taxation without representation (no habrá impuestos sin que los voten los representantes)". Aquí entramos en el terreno de la ficción histórica. En ningún artículo de Magna Carta leemos una frase semejante. En todo caso, la referencia más cercana es el artículo 12: No scutage or aid shall be imposed in our kingdom unless by common counsel of our kingdom. Es importante recordar que el "espíritu" de Magna Carta es el de libertades concretas y particulares; no hay llamamientos a nociones universales como "taxation" o "representation", sino referencias específicas a casos determinados. La cita en inglés, por otra parte, no es particularmente relevante: el documento fue redactado en latín.

Es difícil imaginar a Magna Carta como "el nacimiento de un incipiente parlamento, [que] incluía buena parte de los que ahora llamamos derechos humanos". Semejantes ideas hubieran sido una tremenda sorpresa para quienes firmaron el documento. El parlamento, recuerda David Carpenter —el historiador moderno-top de la época—, recién comienza como precursor de los Comunes con la revolución de Simon de Monfort en 1264, casi medio siglo después de Magna Carta. El Sr. Krause subraya el aspecto económico-fiscal de Magna Carta; pero al hacerlo, tal vez pierde de vista el significado más profundo del documento: el énfasis en el "rule of law". El artículo 39, en definitiva, pesa mucho más que el 12.

3 comentarios:

Marta Salazar dijo...

Gracias Agustín!

habrá link!

MarcosKtulu dijo...

Demoledor, Agustín! Por raro que suene (y voy a bastardear un momento la expresión clásica de Schumpeter), esta "destrucción creativa" de las proposiciones falsas es la ha llevado al progreso humano. Martin Krause (y seguramente también Roberto C. C.) estaría de acuerdo con este principio popperiano. A nadie le gusta que lo critiquen, pero en este caso es para bien. En definitiva, aunque en nuestras críticas no haya mucho de nuevo, a veces es saludable ponerle un freno a la abusada costumbre citar tan a la ligera antecedentes en la historia de los anglosajones. Es muy facil versearle a un público que no conoce de un tema, al que puede darle lo mismo el rey Arturo y la mesa redonda, William Wallace o Juan Sin tierra. Para meterse en un tema extraño hay que estudiarlo y tratarlo con la delicadeza como la que tenés, yendo a las fuentes, recreando el clima de la epoca... Para extraer lecciones de la historia no es indiferente ser fiel a los hechos.

Agustin dijo...

Markus. Pienso lo mismo. Los diarios de EEUU tienen gente empleada como "fact-checkers". Vos mandás una nota, y no la publican sin antes check the facts. Será, en una medida reducida, parte de nuestra tarea al escribir blogs. Y es cierto: así se avanza. Saludos.