"La justicia es la que engrandece a las naciones" — Proverbios 14, 34
Detrás de sus cuentos, poemas y fragmentos de conversación, Jorge Luis Borges presenta una profunda reflexión sobre el problema del imperio de la ley. La idea borgeana del imperio de la ley puede formularse mediante tres proposiciones generales. En primer lugar, cuando el poder arbitrario se adueña de la justicia, el resultado será —invariablemente— la venganza, el desórden y la completa ausencia de ley. En segundo lugar, gobernantes y jueces deben recordar que ellos mismos están permanentemente sujetos a una ley superior que tarde o temprano hará conocer su peso a favor de la libertad del individuo. En tercer lugar, se percibe en Borges la idea de una problemática común a la humanidad en su conjunto: sus ejemplos vienen de todas las culturas y de todas las épocas. ¡La infamia carece de fronteras! Finalmente, es importante recordar que el "universo legal" de Jorge Luis Borges está fuertemente influenciado por la mística de los guerreros anglo-sajones y de las sagas islandesas: es el mundo de los germanos de Tácito, donde la costumbre —más que la legislación positiva— es la principal fuente del derecho.
En octubre de 1956, Borges recita unos versos de Goethe:
En la limitación se ve el maestro
y únicamente la Ley nos da la libertad [1]
Enseguida viene el comentario lapidario: "Lo que se ve —dice—, es el precursor del nazismo, el alemán entusiasmado con el gobierno". La frase únicamente la Ley nos da la libertad irrita al escritor, que detecta la raíz del totalitarismo en la cultura de la obediencia ciega. En su comentario sobre los versos de Goethe, Borges plantea el dilema que tanto preocupaba a los griegos: la ley (nomos) puede actuar como un tirano, exigiendo comportamientos contrarios a la naturaleza (physis). No hay que respetar cualquier ley — y no hay "obediencia debida". En "Otro poema de los dones", uno de sus preferidos, Borges brinda en honor a Sócrates, muerto en defensa del imperio de la ley en Atenas:
Por el último día de Sócrates
En octubre de 1958, en una comida en casa de Bioy Casares, el poeta precisa su idea del "imperio de la ley" al comentar unos versos de Max Jacob sobre Cristobal Colón, cuyo gran descubrimiento da lugar a la venta de esclavos. Este último hecho es:
Approuvé par le Conclave
mais non par le Firmament
En otras palabras: la legislación permite la venta de esclavos, pero la "ley superior" no lo aprueba (firmament significa "lo más alto del cielo" en francés). La idea de una ley superior reaparece en El otro, el mismo (1964) en un corto poema sobre Carlos I de Inglaterra, que se dirije al cadalso:
... Los jueces
No son el Juez
Pero este breve esbozo quedaría incompleto sin mencionar dos admirables cuentos: "El incivil maestro de ceremonias Kotsuké no Suké" (Historia universal de la infamia, 1936) y "El hombre en el umbral" (El Aleph, 1949). En el primero de estos cuentos, el ilustre señor de la Torre de Ako se prepara para recibir y agasajar a un enviado del Emperador (estamos en el Japón de comienzos del siglo XVIII). Para familiarizarse con el protocolo, recibe la visita del maestro de ceremonias Kotsuké no Suké. Se produce un roce, y el maestro hiere en la frente al muy incivil visitante. Enseguida viene el absurdo fallo: "Días después dictaminaba el tribunal militar contra el heridor y lo condenaba al suicidio". Borges saca la inevitable conclusión: "Apetecían [los partidarios del señor de la Torre de Ako] la venganza". ¡Y vaya si habrá venganza!
Podemos destacar el vínculo entre la ausencia de justicia y la inestabilidad de la propiedad: "La Torre de Takumi no Kami fue confiscada". El cuento cierra con más muertes: "La Suprema Corte emite su fallo. Es el que esperaban: se les otorga el privilegio de suicidarse". En otras palabras: un fallo absurdo, decidido inicialmente en función de obvias influencias políticas, pone en movimiento el innecesario ciclo de la destrucción. Vale la pena notar que Borges presenta el cuento omitiendo el exceso de "color local". Se trata de hacer explícito el carácter universal de su enseñanza. En palabras del propio Borges: "La minuciosa gloria que esas ardientes atenciones afirman es algo más que justificable: es inmediatamente justa para cualquiera". Justa para cualquiera: clara definición del espíritu "universalista" que mueve a Borges.
"El hombre en el umbral" trata del juez David Alexander Glencairn, recientemente enviado por la corona del Reino Unido a la ciudad de Delhi en la India. El juez no tarda en "oprimir, paliar delitos abominables y en vender decisiones ... Llegó a ser un tirano". Al cabo de un tiempo, la comunidad se organiza, sin distinciones de raza, religión o casta. ¡Habrá juicio! (Al márgen de la ley oficial, naturalmente). Borges subraya el carácter universal de la infamia: "... su afinidad con todos los malos jueces del mundo era demasiado notoria". Para el juez corrupto, el final —decretado en una especie de conventillo en las calles de Delhi— no tarda en llegar: "El perro infiel oyó la sentencia, y el cuchillo se cebó en su garganta". En el epílogo de El Aleph leemos, significativamente: "La momentánea y repetida visión de un hondo conventillo que hay a la vuelta de la calle Paraná, en Buenos Aires, me deparó la historia que se titula El hombre en el umbral; la situé en la India para que la inverosimilitud fuera tolerable". El libro data de 1949; Perón acaba de destruir el sistema judicial; a buen entendedor, pocas palabras.
(*) Notas previas sobre el "imperio de la ley": [1], [2]. Borges en Mackinlay's: "Notas de lectura [5]"; "Notas de lectura [4]"; "Un texto político semi-inédito de Borges"; "Notas de lectura [3]"; "Los conjurados"; "Notas de Lectura [2]"; ""Notas de Lectura [1]"; "Borges y Longfellow"; "Borges y la anaciclosis argentina"; "Carta al Financial Times: Mr. Gurría-Quintana's Borges".
[1] "In der Beschränkung zeigt sich erst der Meister / Und das Gesetz nur kann uns Freiheit geben". Ver Adolfo Bioy Casares. Borges (Buenos Aires: Destino, 2006). Nota: esta entrada absorbe y completa una de febrero de 2007, publicada bajo el título de "Borges & el Rule of Law": también incorpora un comentario del blog.
3 comentarios:
Y quién informa la ley del cielo? Quién es ese legislador que puede llamar a la desobediencia de la ley que informa al nomos?. Pero la pregunta es algo tramposa: quién informa al nomos? Porque la ley, me parece, delimita siempre a ese nomos.
El tema me hace recordar a una conversación que tuvimos una vez caminando por Kalverstraat en busca de un libro.
Creo que la noción detrás de la ley superior que informa las conciencias de los hombres y que autoriza la desobediencia de la ley positiva es complicada: remite siempre a una teología que ha de estar fuera del nomos a la vez que dentro de él (casi schmittiana la tesis). Sea como fuera, mi postura, en este caso alejada de la que planteas en Borges. Si asumimos que no hay ley superior que informe la ley del nomos y que habilite cierto principio de resistencia legal -porque contra la ley superior no hay resistencia: solo pura obediencia- nos queda una fórmula conocida por vos: el control de los poderes por medio de la multiplicación de los poderes.
Quizás no se pueda recurrir nunca a la ley superior: sino solamente a un juego de poderes que se controlen mutuamente y que eviten violar los principios que alguna vez fundaron el nomos (que por lo general, como sabés bien son más mundanos que celestiales). Sin control, hay tiranía: y me pregunto: quien controla a la ley superior?
Me gusta lo que dice Borges claro está, pero creo que hay que seguir pensándolo. Decís "No hay que respetar cualquier ley". Es cierto, solo las leyes legítimas: ésto es, aquellas que no se han dictado de manera arbitraria. Y las leyes del cielo, por lo general, se dictan de manera arbitraria! Igual creo que tengo que pensarlo más.
Abrazo
Anónimo.
Anónimo. Muchas gracias por el comentario -- da gusto ver que tengo un lector en Holanda! El tema es complejo, naturalmente. Creo que es necesario recordar que JLB viene de una "cultura legal" completamente ajena a la tradición "soberanista/derecho civil/Bodin/Hobbes(?)/Rousseau" que domina en un 99.99% en la Argentina. El mundo de Borges es el de los guerreros anglo-sajones, las sagas islandesas, Guillermo el Conquistador, Guillermo Tell & los "Conjurados" helvéticos. Es el mundo de los germanos de Tácito, donde la ley es la costumbre ancestral. "Por la costumbre / Que nos repite y nos confirma como un espejo", escribe JLB en el "Otro poema de los dones". En este universo, la ley "ya está". La tarea de los jueces consiste en "descubrirla" mediante el estudio de los precedentes, y aplicarla a cada nuevo caso. No hay legislación positiva. Si relees Magna Carta, ves que casi todo se limita a muy pocos principios: [a] defender la propiedad; [b] aplicar los mismos criterios a todos.
Está claro que la visión de JLB es bastante antigua -- no hay como evitar la legislación positiva en el siglo XXI. Pero sus cuentos & poemas nos ayudan a recordar que la arbitrariedad tiene límites. Tal vez ese era su propósito al escribirlos. Who knows?
Met vriendelijke groet,
Agustin.
buenísimo! gracias!
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