viernes, septiembre 22, 2006

FRENOS & CONTRAPESOS. FRANCIA Y EL EQUILIBRIO DE PODERES EN EL SIGLO XIX
. Annelien de Dijn. "Balancing the Constitution: Bicameralism in Post-revolutionary France, 1814-31". European Review of History, Vol. 12, No.2, Julio de 2005, pp. 249-268

Excelente artículo de Annelien de Dijn, historiadora de la Universidad de Lovaina. De Dijn intenta mostrar que, a pesar de los problemas y de las revoluciones, Francia aprendió a lo largo del siglo XIX la amarga lección del uni-cameralismo y centralismo jacobino-napoleónico. A lo largo del siglo, se impuso la idea según la cual el equilibrio de poderes era "necesario para preservar la libertad y la estabilidad".

De Dijn muestra cómo los franceses fueron adaptando, progresivamente (y no sin dificultades), la idea del gobierno mixto y balanceado a su propia cultura política. Tras la caída del Imperio (1814-1815), el primer impulso fue imitar a Inglaterra, creando un sistema bi-cameral inspirado en la Cámara de los Lords. (Lo mismo sucedió en el los Países Bajos y en importantes estados alemanes como Bavaria).

Lecciones de la Cámara Alta ... hereditaria
La Chambre des Pairs, hereditaria y creada según el modelo inglés, nunca llegó a funcionar adecuadamente. La idea era crear un régimen equilibrado, en el cual los aristócratas actuaran como árbitros o mediadores entre el rey y la cámara de diputados. El nuevo cuerpo tenía también por tarea frenar el ardor democrático de los diputados en materia de legislación.

La nueva Cámara alta era una creación artificial; no reflejaba el poder de los Lords ingleses, grandes terratenientes dotados de autoridad y prestigio (algo impensable en la Francia post-1789). De Dijn muestra cómo el poder ejecutivo, bajos los monarcas constitucionales Luis XVIII y Carlos X, abusó sistemáticamente del sistema, creando nuevos puestos en la Cámara alta para asegurarse votaciones favorables.

En definitiva, la revolución de 1848 retorna al uni-cameralismo centralista y jacobino. Pero el fracaso inicial del bi-cameralismo francés no agota el debate sobre el equilibrio de poderes. Como tantas veces en la historia, el sistema uni-cameral lleva al gobierno autoritario (Napoleón III) y a ... la guerra (1871). El debate se centra, a partir de 1871, en imaginar nuevas formas de equilibrio.

Una idea (inspirada en John Adams, aunque De Dijn no lo cita) sugería la institucionalización de una "aristocracia natural" no hereditaria, creando una segunda cámara del poder legislativo compuesta por ciudadanos de gran prestigio por sus logros en el campo intelectual, científico, o de negocios.

Al final, como era de esperar, las miradas se dirigieron a las regiones: ¿Porqué no equilibrar el poder central dando más competencias a las regiones? La constitución de 1875, que inaugura la Tercera República, establece un poder legislativo compartido, entre el presidente de la república, la cámara de diputados y el Senado (cuyos miembros se eligen en parte a través de las autoridades locales).

Equilibrio de poderes: cada cual debe encontrar su camino
De Dijn rechaza la tesis de los historiadores franceses François Furet y Pierre Rosanvallon según la cual Francia constituye un caso particular (Sonderweg), en el cual la cultura política profundamente democrática impuesta por la Revolución de 1789-1794 niega la posibilidad misma del equilibrio de poderes.

En apoyo de su idea, la autora cita a pensadores del nivel de Benjamin Constant, Mme de Stäel, Guizot, Thiers y Tocqueville, todos comprometidos con la idea del equilibrio de poderes como garantía de la libertad. "Institucionalmente e ideológicamente", concluye De Dijn, "los franceses mantuvieron el interés por la idea de equilibrio, aunque rechazaron el modelo inglés como tal".

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